La gastronomía romana cambió a través de la
larga duración (más de un milenio) de su antigua civilización. Sus hábitos
se vieron influenciados por la cultura griega, los cambios políticos de monarquía a república, y de ahí
a imperio, y la enorme expansión de éste último, que trajo muchos hábitos
culinarios nuevos y técnicas de cocina de las provincias. Al principio, las
diferencias entre las clases sociales no eran tan significativas, pero la
distancia entre ellas creció junto con el imperio.
Tradicionalmente, en la mañana se servía un desayuno, el ientáculum, al mediodía un pequeño almuerzo, y al atardecer la comida principal del día, la cena. Debido a la influencia de los hábitos griegos y el aumento en la importación y consumo de alimentos foráneos, la cena aumentó su tamaño y diversidad y fue consumida después de mediodía. Lavesperna, una cena ligera al atardecer, fue abandonada, un segundo desayuno se introdujo al mediodía, el prándium.
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